1. Depilas las cejas en forma de espermatozoides.
Esperemos que ya hayan vuelto a la normalidad.
2. O depilarlas por completo y dibujar unas nuevas...
Cuando las cejas están creciendo, no se ven nada bien.
3. Usar la base equivocada para el tono de piel.
Y tratar de quitar desesperadamente la reveladora línea entre el maquillaje y el color de piel natural.
Probablemente porque todas estaban obsesionadas con esta cosa y no venía en muchos tonos.
4. Aplicar demasiado bronceador falso y temporal.
5. Usar toneladas de delineador alrededor de los ojos.
Que se te corría por la cara en la primera hora.
6. O simplemente usar un montón de delineador debajo de las pestañas inferiores.
Que terminaba dando un paseo por tu cara a lo largo del día.
7. Cubrir todo el cuerpo de brillo corporal.
Y si no te duchabas antes de acostarte, las sábanas se ponían arenosas.
8. Experimentar con poner rímel en el cabello.
El cual se veía muy diferente a esto.
9. Y cubrir el pelo de brillantina.
La mayoría de las cosas se cubrían de brillantina antes del 2010.
10. Usar una gran cantidad de brillo labial.
Se sentía insoportablemente pegajoso y al final terminabas lamiéndotelo todo en una hora.
11. Comprar un montón de brillos labiales caros que al final se veían todos iguales cuando te los aplicabas.
12. O usar un “brillo para aumentar los labios” con el fin de conseguir el volumen perfecto.
Pero no funcionaba y solo hacía que te picaran los labios.
13. Usar el corrector como lápiz labial para que se destacaran los ojos.
Probablemente con un poco de brillo claro en la parte de encima.
14. Acumular tanto rímel en las pestañas que al final parecían arañas muertas.
Y luego te caían sobre la cara poco a poco todo el día.
15. Usar un delineador de labios más oscuro que el lápiz labial.
Por razones aún desconocidas.
16. Cubrir todo el párpado con una sombra de ojos brillante.
17. Usar uñas francesas postizas con puntas cuadradas.
O imitar este estilo con cinta correctora cuando te aburrías en la escuela.
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